Black Mirror: Shut Up and Dance

 La verdad que toda la vorágine que me tendría que haber contagiado, no lo hizo, y aquella velocidad y desesperación que intenta trasmitir el acosado protagonista no me llevo a más que por momentos detestarlo, pero ojo, Charlie Brooker siempre se guarda un as en la manga, y termina por todo lo alto.
La cuestión es que este amable y ejemplar joven, que le ha prestado (bah, en realidad se lo tomo prestado sin permiso) el ordenar portátil a su hermana, tiene ahora que lidiar con los malwares, que por uso indebido de la joven, han entrado en su dispositivo.
Una noche que su madre lo deja a cargo de la casa, cuando ve que todo está en calma y su hermana disfruta de ver el televisor con el móvil en la mano (esta es la nueva forma de ver la tele que se está imponiendo en el mundo desarrollado), no tiene mejor idea que subir a su habitación para dedicarle unas caricias a su amiguito del alma, si, a ese que tiene entre las piernas.
Después de terrible pajón que se clava delante del monitor, le llega un mail desconocido, al parecer alguién ha grabado todas sus caricias y lo empieza a extorcionar con que divulgará las imágenes con sus contactos.
Pobre angelito, desesperado, empieza a acceder a los mandamientos de estos hackers. Así que, falta al trabajo, acude a un parking, recibe un pastel, lo tiene que llevar a un hotel, ahí conoce a otro tipo, al parecer está en la misma situación que él, juntos comienzan a ser guiados, van a un banco a robar, y cuando se separan, en la última prueba, lo hacen pelear a muerte contra otro desconocido que pasa por el mismo drama.
¿Qué es todo esto? Uno se pregunta una y otra vez, porque si a mi me dicen que me peleé a muerte o robe un banco, les digo, oigan, cuelguen mi hermosa masturbación, me cambio de escuela y listo.
Pero no, este castigo tiene otra causa.
Terrible.

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Micks: 5

Director

Charlie Brooker (Creator), James Watkins

Reparto

Alex Lawther, Jerome Flynn, Natasha Little, Hannah Steele