domingo, 9 de octubre de 2016

Respiración artificial. Ricardo Piglia

Imágen de Casa del Libro
Luego del anterior, que a su vez es posterior, me habia quedado con muchas ganas de leer algo más de
Las primeras 40 hojas me parecieron reveladoras. Una nueva forma de literarura. Un libro en base a cartas. Unas cartas con contenido, que además, alardeaban de ser cartas manuscritas, y que placer el de enviar, y esa irremediable sensación de tener que devolver.
Lo que pasó es que el tema profundizó mucho en los inicios de Argentina, con unos personajes poco atractivos (nada que ver con el mulato que habían conocido aquellas dos hermanas en Blanco Nocturno), con un léxico demasiado barroco, con menos lufardo del que esperaba, y la suma de estos factores hicieron que, el libro que lo esperaba más novela policial, se convirtiera en una pesadilla interminable.
He marcado un par de frases y ahora lo daré al mejor postor.
Emilio Renzi, y buscando, di con uno de los primeros sino el primero. Con tanta buena crítica, era imposible que me pillara los dedos. Pero sucedió.

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