viernes, 22 de febrero de 2013

Tripas



Cuento corto pero contundente, sin rodeos, asqueroso por naturaleza, el titulo no auguraba otra cosa.
Es una lástima que se me pueda escapar algún detalle, ya que más abajo en la palabra Guts esta el link que los lleva directamente al texto. Cuando me refiero a este despiste, no quiere decir que a MI se me escape un detalle de lo leído, sino que pueda “chivar” algo importante del contenido que termine develando el final. Además, como se me va a borrar alguna de las imágenes si no solo es especialista en esto Chuck, sino en llenarte los otros sentidos de lo que él pretenda, en un momento dado dice “nunca volverán a comer calamares” con esa simple frase uno ya se hace a la idea de lo que sabe un trozo de lo describe. Un asco.
Toca unos temas tan escandalosos como reales, se pone en la piel de un chico menor de quince años que como ya todos sabemos, tiene ansias por vivir sus horas en un vaivén, de ese subir y bajar de la mano en el tronco de su poronga que a modo de resorte, luego de diseminar el esperma en soporte escogido, puede volver a la tarea, una, dos, tres, vaya a uno saber cuantas veces puede repetir esta operación. Pero indaga en algo mucho más profundo (y tan), en esa sexualidad anal que va de la “mano” al progreso del descubrimiento, más orgasmos fabulosos se consiguen más pasos hacia una perversión o búsqueda nueva existe.
Con este contexto el escritor nos llevará a un suceso que le ocurrirá a un recolector de acne, y su complicada resolución.
Simplemente excelente. Delicioso.  


Guts Guts Guts Guts Guts Guts Guts Guts Guts Guts Guts

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