Te voy a contar, allá por
el 2002 se jugó un mundial, mal que nos pese a los argentinos, fue asi. Se hizo
en Corea. Teníamos una gran selección, estaba Batistuta, y teníamos un
entrenador que ahora se da el gusto de elegir equipos que dirigir en el mundo
entero, hablo del pecho frío de Marcelo “el loco” Bielsa.
Por aquel entonces
Argentina vivía convulsionada, lo único que parecía que iba a traer paz ese
pueblo era la preciosa pelota, por eso, una marca famosa de aquel país,
contrató a Diego Armando Maradona para hacer el clásico spot del mundial, donde
el astro iría despertando a sus compatriotas para seguir los partidos de la
albiceleste. Yo no sufrí tales madrugones. Recordemos que el torneo se jugaba
en Asia, con una diferencia horaria notable.
Con el caer de las dos
torres gemelas, se cayeron las ventas de vuelos, la empresa en la que trabaja
pensaba que iba a sortear el problema, pero a priori no lo logró. Eso fue en septiembre,
en diciembre, un presidente, en que confiamos el cambio, huyó en helicóptero,
quedando esta escena para la historia. Le siguieron 4 mandatarios más en menos
de un mes. El motivo de la cobarde huida, la explosión social, los 2 muertos en
las manifestaciones. La gente hacía colas en los consulados soñando lograr el
ansiado pasaporte europeo para rajar lo más lejos posible. Yo había nacido en
Barcelona. Yo lo tenía.
El 3 de enero del 2002
entro como cada día al trabajo, a varios nos dicen que pasemos por Recursos
Humanos, bla bla bla y chau. No pudieron aguantar la bajada de ventas.
Mi cerebro actúa como una
brújula y marca inequívocamente con el mi punto de partida, Barcelona.
En resumidas cuentas, en
mayo de aquel año andaba por este continente, en junio el mundial, lo más
temprano que me desperté fue a las 7.30 para llegar al bar y pedir el café con
leche y el croissant, mientras miraba absorto como la gente pedía vino y
bocatas. Esto fue en Alcocebre, provincia de Castellón.
Una vez mi vida se volvió
a acomodar me instalé en Barcelona, iba loco por ver central, para el apertura
de aquel año sabíamos que teníamos que sacar bastantes puntos, ya que el torneo
anterior nos había ido fulero. No tenía ni la más mínima idea de cómo hacer que
llegara un relato a mis oídos al mismo tiempo que transcurría el partido.
Una noche, cansado de
enterarme con retraso del resultado, algo horrible, ya que internet por aquella
época no iba a la velocidad que ahora, y abrir el Olé era casi como patear un
penal. Solo después de sumar algún punto se respiraba. Por tanto, me vestí con
mi conjunto de jogging del canaya y salí, tocando la media noche, hacia las
Ramblas. O lo escuchaba por internet o llamaba a mi viejo, o algo hacía.
Llegando al único ciber
que sabía que abría 24hs me cruzan dos tipos, uno morocho alto y flaco, el otro
colorado y flaco, uno me grita “Que haces canayaaaa!”, al rato sabría que se
llamaba Maxi y que, como el mundo es un pañuelo, vivió toda la vida en frente de
la casa de mi abuela, en Arroyito. Me comenta que ellos van al mismo locutorio
que yo pensaba, así que me uní.
Cuando llegamos allí
había cerca de una veintena de la misma religión. Todos escuchándolo con
auriculares, tenían copadas como 5 máquinas, y el quilombo que hacíamos solo
nosotros lo sabemos, dejábamos el local patas arriba, era emocionante ver tal algarabía,
más que por el equipo, por habernos encontrado.
Un tiempo más tarde
Central seguía con una mala racha, y por las ramblas aparecieron como 4 fanas
más que nos tiraron la posta, el Kennedy (Pub irlandés) de la Villa Olímpica
(zona de ocio que parece no dormir), cierra a las 5, el camarero es argentino,
y nos pone el partido, por una cosa que se llama Canal + (“plus”, no: “más”).
En vivo y riguroso directo? Si!. Habíamos tocado el cielo, lo malo era la
vuelta a casa, y más si perdíamos.
Luego vinieron los años
de truchar el satélite para poder verlo, ya para entonces la filial tenía
varios locales hablados.
Después llego la locura y
a la vez la perdición. De la misma manera que el Walkman mató al tocadiscos.
Ahora uno podía conectar
con portales en internet que pasaban el partido, a veces se trababan o se
retrasaban, pero estabas en casa, sin consumir, y lo mejor, si perdías la cama
estaba cerca.
El grupo canaya se fue a
la mierda, central también.
Hace un par largos de
años seguimos con este método, con dos o tres portales de confianza, con una
velocidad impecable, y recientemente, en alta definición. Ya no podíamos pedir
más.
Pero un día el hombre
llego a la luna. Y otro inventó el televisor de LED, con WIFI integrado y
buscador de internet. Chau. Nos fuimos al carajo.
El otro día estrenamos
este avance, en tu casa, contra ñuls y les rompimos el orto, en el gigante, más
no podemos pedir. Lo próximo será un holograma de la hinchada y vos subido a un
para avalanchas o bien, lo que todos queremos, un tele transporte para ese
momento único, mágico, que tanto nos hace falta, la salida de los jugadores (y
el partido entero, por qué no? … Ya que pedimos!)
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