Se me ocurren unas ideas geniales justo cuando no puedo escribir.
Esto siempre ocurre en la moto, sobre todo en un camino largo.
Corriendo, pero justo en el momento del cambio de aire, no al volver, cuando sudado, voy subiendo las escaleras de casa. No. Siempre es a la ida.
En el trabajo, principalmente los lunes de más trabajo, cuando con las dos manos estoy cortando en la guillotina, luego de poner un pico en la plegadora, mientras la maquina sigue imprimiendo sin pausa, el mismo sin parar con el que va pidiendo calibraciones, tinta y hojas. El otro ojo que me queda disponible lo tengo para los compañeros, no puedo salirme de la idea de que se puedan equivocar, eso en mi equipo no puede pasar.
Otra de las tantas pasa en la cama, ya sé que tendría que tener una libretita cerca, un cajón de la mesita de noche bien podría albergarla, pero la verdad es que aunque la ponga, no me voy dar el lujo de desvelarme para apoyar tinta o mina sobre su superficie.
Poder es querer. Pero me da palo y me doy por derrotado. Triste, porque hasta se puede escribir en el telefonito hoy en día, en cualquier lugar, con o sin datos. Pero no es lo mismo.
Hace días que veo con rabia la colección de libros de Agatha Christie. Ni sé si voy a tener hijos. Los libros ya los leí (no todos, alguno seguro se escapó y "Telón" lo dejo para el final del final, me da penar saber que la escritora mata a su personaje más emblemático). Como van las cosas, no tengo tiempo, por la cascada de obras que salen y se editan, salen y se vuelven poscat, salen y son compartidas. Eso sumado a las que ya habitan en mis estanterías, libros míos y libros heredados.
De repetir una peli que me haya gustado ni hablar del Paraguay. Mucho menos una serie, ja! que valor!
Por tanto, ahora que no se lee más que los titulares que te tira Facebook, y todo esto hasta que deje de estar de moda (como está ocurriendo) y solo nos dediquemos a ver fotos y fotos y más fotos con esto # delante, cosa que no se usaba desde matemática de quinto grado o lógica de primero en la facu de Sistemas. ¿Cómo voy a repetir la lectura de un hermoso libro? Me imagino que cuando sea más grande la cosa pasará como hoy con los Cds. que aunque los haya escuchado hasta rayarlos, no voy a dejar de ponerlos una y otra vez.
Releo lo anterior y pienso ¿Más grande que cuando? Cerca de los 40 uno creo que ya es grande, al menos esa era la imágen que teníamos de pequeños.
Y no solo títulares de Facebook, titulares de diarios (on line, claro está), hasta titulares de los noticieros antes de hacer zaping.
Y tanto espacio que ocupa todo ese papel en las estanterías. Espacio que dan ganas de tenerlo vacio para poner solo la vista y descansar. Además, no me gustaría imponer un gusto. Como bien dice Pron "los hijos son los detectives de los padres", por tanto, si en el futuro quieren saber que me gustaba, que suden y que busquen. Y si lo encuentran, que lo lean, y si les gusta, bienvenido sea.
Aquella noche de fuego me di cuenta que tampoco les transmitiremos nada a los niños, por lo que veo, los padres (no todos, uds. dos, no me peguen!) utilizan las tablets para "deshacerse" de sus vástagos, tal crudo como os lo cuento. Por tanto, cuándo van a trasvasar sus experiencias a los de abajo? Lo harán con un pen llenos miles de gigas de fotos de viajes?
Es curioso que lo más sorprendente sea el libro que estoy leyendo, de un tipo que llegó a los 50 raspando y murió. Un tipo que, con 27 estaba reeditando su novela larga. Un tipo que nació a principios del siglo pasado. Un iluminado que en el prólogo ya ponía, que, lejos de las ideas de sus colegas de profesión ( que no compartamos sus libros, sino que los compremos) éste, llamemosle por su nombre Enrique Jardiel Poncela, ya decía que no le importaba nada de eso, sino lo contrario, que este libro que habías comprado era para ser compartido.
Igual que estas ideas mías.
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